Cuando salieron
corriendo hacia las Torres Gemelas, jamás se imaginaron con lo que se iban a topar. Alex venía
preparado sicológicamente, después de casi un mes de seguir pistas para evitar
lo que estaba sucediendo. Wilfrido si estaba espantado, porque aunque ya había
pasado por situaciones semejantes en las mismas torres, jamás pensó que iba a
ser testigo de una catástrofe de semejante envergadura.
Mientras corrían y en
cuanto se habría en algo la vista por las calles, podían divisar el avión de
American incrustado entre los pisos 94 y 98 de la Torre 1.
Conforme se acercaban
al escenario, tratando de evitar los choques con los desesperados que huían,
iban comprendiendo la magnitud de la catástrofe.
Alex no podía comprender cómo
existían seres humanos que habían planeado todo esto sin preocuparles las vidas
y el sufrimiento de sus semejantes.
En la noche, cuando
llegaron a casa, se dieron cuenta de que todo estaba completa y perfectamente
organizado.
A las 20:30 el presidente estadounidense se dirige por tercera vez a la
nación en un discurso televisado en el que asegura que los EE.UU. no hará
distinciones entre los que cometen los actos terroristas y los que les protegen
o cobijan.
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