Agradecemos la paciencia de nuestros seguidores y pedimos disculpas por el tiempo transcurrido desde nuestra última entrega. Problemas de salud (o amenazas a nuestra seguridad) han impedido la continuidad del blog.
Dejamos a la imaginación del lector las causas reales y reanudamos la entrega de información sobre este suceso acaecido hace ya catorce años, pero cuyas consecuencias aún se mantienen latentes en el panorama político-económico, no sólo de medio oriente y Estados Unidos, sino de Europa entera que lo ha visto convertirse en un conflicto social de consecuencias inimaginables.
CAPITULO 53
El 12 de Septiembre, luego de un inicio
dubitativo, mientras las damas recopilaban información por medio de la
televisión e internet, los dos ecuatorianos decidieron hacer un nuevo
reconocimiento del escenario.
Las fotos mostradas en el
capítulo anterior, les iban a costar caras a nuestros protagonistas. Las
órdenes del gobierno de George W. Bush eran precisas: no había que mostrar
cadáveres y estaba prohibido difundir imágenes de rescatistas llorando.
En medio del desorden que
reinaba en el escenario, habían agentes de civil y policías uniformados
tratando de impedir que se tome fotografías de los muertos o de los
socorristas horrorizados.
Cuando llegaron cerca del
epicentro, después de esquivar a quienes huían desesperados, pudieron apreciar
un cerco que trataban de formar agentes de civil, que Alex sospechó eran del
FBI, pero después se enteró de que eran miembros de la FEMA (Agencia para el Manejo de Situaciones
de Catástrofe, siglas en inglés) que se
desplegaron en el lugar de los hechos. Por una feliz casualidad habían
llegado a Nueva York el día anterior y se disponían a realizar al día siguiente
un simulacro de ataque biológico o químico en el WTC.
Para Alex, esto también estaba
planificado con anterioridad, para poder tener a mano a gente especializada que
ayude a rescatar a los que puedan sobrevivir. Era una demostración clara del
espíritu humanitario del gobierno: matamos algunos pero responsablemente nos
preocupamos por el rescate de los que logren sobrevivir.
Todos
los servicios de urgencia se activaron inmediatamente, salvando numerosas
vidas.
La FEMA estaba bajo la dirección de Joe Allbaugh, tesorero de la campaña electoral de George W. Bush.
El epicentro, que dos días antes había sido
la plaza del World Trade Center, era ahora un gigantesco cráter humeante, donde
la temperatura era tan alta que
resultaba temerario acercarse.
Aun así, pudieron apreciar un grupo de
civiles, que trataba de obtener restos de las edificaciones y que eran
impedidos de hacerlo por guardias de civil.
Eran miembros de una asociación de Ingenieros
y Arquitectos que habían entrado en sospechas sobre la realidad de los hechos y
recolectaban fragmentos de los
edificios, pequeños trozos de hormigón o acero, para someterlos a estudios
técnicos, que ayuden a clarificar el origen verdadero de la demolición de las
torres.
Según ellos, era imposible que el impacto de
los aviones sea la causa para el derrumbamiento de los edificios. Desde el
punto de vista técnico de ingenieros, arquitectos y especialistas en demolición,
había que buscar otra causa para el colapso.