lunes, 2 de noviembre de 2015

GERTRUDIS


Siempre había sido aficionada a la moda. 

Desde niña su madre la había convertido en una muñeca que era ejemplo de pulcritud y belleza. 

Cuando terminó sus estudios secundarios viajó a París y luego de tres años en la Ecole de Chambre Syndicale de la Coiture Parisienne,  montó su taller en los Campos Elíseos. 

Su trabajo se distinguía por el uso de las más finas pieles.

Ella misma era un dechado de elegancia en todos los acontecimientos sociales. 

Una noche mientras subía las escalinatas del Palacio de Versalles sus piernas se enredaron de alguna manera en su abrigo de marta cibelina.

El golpe al caerse le costó la vida.

No bien la enterraron, su  esqueleto empezó a cambiar de piel.

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