Siempre había
sido aficionada a la moda.
Desde niña su madre la había convertido en una muñeca que era ejemplo de pulcritud y belleza.
Cuando terminó sus estudios secundarios
viajó a París y luego de tres años en la Ecole de Chambre Syndicale de la
Coiture Parisienne, montó su
taller en los Campos Elíseos.
Su trabajo se distinguía por el uso de las más
finas pieles.
Ella misma era un dechado de elegancia en todos los
acontecimientos sociales.
Una noche mientras subía las escalinatas del Palacio
de Versalles sus piernas se enredaron de alguna manera en su abrigo de marta
cibelina.
El golpe al caerse le costó la vida.
No bien la
enterraron, su esqueleto empezó a
cambiar de piel.
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