jueves, 26 de febrero de 2015

CASA DE LOCOS (3)

Luis Ponce Sevilla

Eulogio continuaba circunspecto con su caminata matutina.

Estaba acompañado ahora por un enano vestido de militar francés del siglo XVIII que usaba un sombrero bicornio (chapeau de bras) o sombrero de brazo; tenía una mano metida en la guerrera, a la altura del pecho y calzaba altas botas de caballería.

En la mano izquierda que la llevaba siempre a la espalda, sostenía una botella de Coñac Napoleón. Mientras caminaba estiraba su cuerpo para parecer dos centímetros más alto. Le iba aconsejando como rodear los fenómenos naturales, para sorprenderlos por los flancos.

Cisneros lo escuchaba atentamente y estaba pensando en aceptar su sugerencia, cuando inesperadamente, el bajito salió corriendo y solamente se avanzó a escuchar algo como: “Voy al Waterllllloooo” o algo así.
.......................

 — Señor Director, Señor Director — una secretaria se acerca apresurada con carpeta en mano.

— Tiene tres turnos de consulta externa y lo están esperando —.

No le queda más que suspender su caminata y dirigirse a la sala de consulta.

Dos veces al día y durante un par de horas en cada una, atiende a pacientes de las cercanías, o recomendados, que vienen buscando su guía y sabiduría para curar sus males. En la pequeña habitación que hace de sala de espera hay dos mujeres y un hombre.

Una de las mujeres, la de mayor edad se levanta para saludarlo al tiempo que le entrega un atado de tela que contiene como una docena de huevos de gallina.

 Eulogio pasa al consultorio seguido por la secretaria con la carpeta y la mujer mayor.

— Doña Clotilde, tiene el primer turno los jueves —
— ¿Cómo se ha sentido doña Clotilde?—

— Bien señor Director, si no fuera por esos miserables de mis vecinos que no tienen ninguna consideración para con los demás, especialmente las personas mayores. Imagínese que el día sábado bailaron toda la noche hasta el amanecer con la música a todo volumen sin importarles si uno duerme o no, si uno está sano o enfermo. Son de una desconsideración que raya en el absurdo, por suerte yo sufro de insomnio permanente y no duermo sino una media hora a media mañana …. ZZZZ—.

Para no despertar a la paciente, Eulogio sale por una puerta lateral y se lanza al patio a jugar con un reducido grupo de deportistas que corre tras una pelota de indor fútbol.

Un guardia que lo ha visto lo lleva de regreso a la sala de consultas, pero al llegar se enteran que los pacientes ya se han ido, asustados por la noticia de que en las habitaciones encontraron a uno de los internos, muerto.

— ¿Quién es?— inquiere Eulogio.

— El “Tiburón” Rodríguez —
— ¿El que salvaron de morir ahogado ayer?—
— Si, el mismo —
— Llámeme al interno Dueñas —
— Si señor Director —

 Viene Dueñas, que es de los que se cree de los más “vivos” del grupo.

— A ver Dueñas, usted salvó ayer a Rodríguez de morir ahogado en la piscina —

— Si señor Director, cuando lo saqué estaba chorreando agua, pero en perfecto estado de salud —
— ¿Y sabe que lo acaban de encontrar muerto en su habitación, suspendido de una viga?—
— No lo sé, yo ayer lo colgué solo para que se secara —.


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