Enfocados en lo que
era el transporte a principios de siglo; descubriendo como se había
desarrollado la ciudad venciendo múltiples problemas topográficos, sanitarios y
climáticos, podremos entender cómo se desenvolvía el día a día de los quiteños en la primera
mitad del siglo XX.
La educación, como
muchas de las actividades de la ciudad, estaba bajo el dominio de las
congregaciones religiosas. Estas habían jugado papel preponderante en la época
de la colonia y habían mantenido una serie de canonjías imposibles de ser
despojadas, a pesar de la instauración del laicismo como sistema educativo del
estado.
La iglesia Católica
era poseedora de muchísimas propiedades entregadas por el Estado en donación o
regalo. Iglesias, conventos, edificios, quintas y haciendas estaban en manos de
estas órdenes católicas que aprovecharon la ingenuidad religiosa de los
quiteños para participar activamente en la banca, el comercio y algún tipo de
pequeña industria.
Sumado a esto, existía
la costumbre enraizada entre las personas mayores, de que los bienes terrenales
no les servirían de mucho en el cielo. Dejaban a sus descendientes lo
suficiente para que sobrevivan y donaban a la iglesia la mayor parte de sus
bienes antes de morir, porque los habían convencido que se facilitaba el acceso
al cielo si se llevaba el recibo de las propiedades entregadas a la iglesia a
cambio de los santos óleos.
La extremaunción, así
se llamaba el sacrificio, no era sino la confirmación de que los papeles
quedaban en orden y que los descendientes no tendrían ningún derecho de reclamo
sobre la última voluntad del finado.
Las iglesias eran los
edificios más visitados y las misas de los domingos el momento adecuado para el
lavado cerebral que mantenía a los siervos siempre en el camino del Señor.
Mucho de las recaudaciones
de impuestos en la época de la colonia, se usó para la construcción de los
templos. Y el centro de Quito, el Quito antiguo, está lleno de edificaciones
religiosas que hoy son atractivos turísticos muy llamativos, pero que en su
época costaron muchas vidas humanas y sacrificios pagados con promesas
celestiales.
En una de estas
iglesias, en la del Belén fui bautizado los primeros días del mes de diciembre
de 1945. Esta iglesia tenía la particularidad de que fue la primera construida
para los indios, porque estos no tenían permitido el ingreso a las iglesias de
los mestizos y blancos, a pesar de que los padres y abuelos de muchos de ellos
habían dado su vida en la construcción de los templos. La foto de la iglesia es
de 1896.
Había nacido en la
Clínica Ayora y daría mis primeros pasos en la hacienda El Galpón ubicada en
Amaguaña.
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