Pasados los nervios
del día más tenebroso de su vida, el cerebro de Alex Sigilo empezó a funcionar.
Con la ayuda de
Wilfrido, Mariana y Jennifer montaron un escenario de análisis en el comedor de
la casa de los ecuatorianos.
Mariana, que era muy
hábil en eso, empezó a bajar toda la información que se disponía hasta el
momento en internet.
Jennifer iba tomando
nota de todas las noticias que los principales canales de Televisión daban a
conocer y los dos varones confeccionaban un cuadro sinóptico de cómo se habían
dado los hechos.
Había muchas cosas que
no cuadraban.
Para empezar: ¿Qué
hacía George Bush escondido en una escuelita de Florida? Ese era el estado que
había dilucidado con las uñas su triunfo en las últimas elecciones presidenciales.
Su hermano era gobernador y ahí se podía sentir seguro si conocía con
anticipación lo que iba a suceder. Cualquier otro Presidente hubiera estado en
la Casa Blanca, para que el ataque tenga carácter oficial y que sus
declaraciones sean una muestra de poderío.
Pero las primeras declaraciones las
da desde una escuelita primaria.
Son cuatro los aviones
secuestrados, la media hora que George Bush tiene que esperar pacientemente
simulando oír la lectura de los niños, era el tiempo que se estaba tomando
hasta recibir la noticia de la colisión de los otros dos aviones: el uno contra
la Casa Blanca y el otro contra el Capitolio. Por eso estaba lejos de la Casa
Blanca.
¿Y el Pentágono? Nadie
vio un avión que se estrellase contra el Pentágono.
Todas las cámaras de
seguridad de las cercanías, incluidas las de un gasolinera vecina, fueron
incautadas por el FBI. El Hotel Sheraton ubicado frente al Pentágono tiene una
cámara de seguridad en la terraza que grabó el choque. Los empleados del hotel
que vieron la cinta quedaron impresionados por la grabación y están impedidos
de hablar sobre el tema, lógicamente la cámara fue confiscada por el FBI.
Algo
se dio contra el Pentágono, pero en ningún caso fue un avión y peor aún, de
pasajeros.
Fue un objeto volando
a 850 Km/h a sesenta centímetros del suelo, que no fue detectado por los
radares. Nunca encontraron restos de un avión en los exteriores y el césped
estaba intacto al día siguiente.
A todos
los entrevistados por la prensa les pareció un misil.
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