Norma
se había levantado a las siete en punto. Luego de bañar y vestir a los dos
niños les había preparado el desayuno y los acompañó hasta la parada del
transporte escolar.
Cuando
sus padres no estaban en casa, Juan Carlos y Esteban Peñafiel quedaban a cargo
de Norma, la eterna empleada de la familia.
Esta
vez, el matrimonio había viajado al Vaticano, a recibir una merecida bendición
papal. Su dedicación a la iglesia, por fin había tenido tan esperada
recompensa.
El
anuncio lo hizo el mismísimo obispo en la misa de doce del domingo, por lo que
presumieron ante el vulgo al salir del templo con paso triunfador y
permanecieron en el parque de la iglesia hasta que el último feligrés haya
pasado ante sus narices, para poder recibir personalmente las felicitaciones, muchas de ellas con una vasta carga de envidia
mal disimulada.
…
Al preparar
su equipaje, eligieron sus mejores galas, considerando que las fotos, pasarían
a la historia de la familia por generaciones, eso sin considerar que sus
acciones podrían merecer a futuro algún tipo de recompensa canónica, que si no
les llevaba a los altares, por lo menos los tendría en la consideración de la
iglesia.
Como
detalle secundario, habían dejado los niños de diez y ocho años a cargo de la
empleada doméstica.
…
Norma
dormía en el cuarto de servicio en la planta baja de la casa, y la noche
anterior a las diez, luego de acostar a los muchachos y cerciorarse de que
Rafico, el gato de la familia que dormía en el baño de los niños había hecho
sus necesidades, bajó a acostarse.
Luego
de enviar a los niños a la escuela, Norma regresaba a desayunar como lo hacía
cuando sus patrones no estaban: zumo de naranja, briollos con mantequilla y
mermelada, una lasca de jamón serrano con dos huevos estrellados y una buena
taza de café, mientras leía las noticias en el periódico y se enteraba de la
novedades internacionales en CNN.
Daba
de comer a Rafico el gato…
—Rafico,
Rafico…
Qué
raro, el gato no estaba en la cocina como todas las mañanas.
—
¡Rafico, Rafico!
Subió
a buscarlo en la planta alta.
…
Cerca
de las once de la mañana, Gertrudis Gutiérrez, hermana de Filomena de Peñafiel
vino a averiguar las novedades con Norma y le extrañó sobremanera no
encontrarla. Mientras la llamaba se dirigió a la planta alta maldiciendo de su
artritis que le impedía subir con presteza la escalinata.
Sin
dejar de llamarla, para no causar en la empleada la impresión de que venía a
vigilarla se dirigió al dormitorio matrimonial.
…
Cuando
llegó la policía, Gertrudis Gutiérrez a duras penas podía articular palabra y
no pudo evitar que los fotógrafos de la policía saquen instantáneas del
dormitorio de su hermana.
Un
paramédico logró reanimar a Norma que había estado en shock tendida en el piso
y que lloraba desconsolada, mientras tartamudeaba algo sobre las posesiones
diabólicas.
Junto
con la policía y aprovechando el tumulto que las sirenas habían causado en el
vecindario, varias vecinas lograron ingresar hasta el dormitorio de los
Peñafiel.
La
escasa luz que una lámpara emitía sobre la escena, dejaba apreciar detalles de
lo que el cotilleo comunal ya había calificado como execrable crimen.
La
noticia corrió como río desbocado y los comentarios dejaban en mal predicamento
el buen nombre de la familia Peñafiel
que durante décadas significó la guía moral del vecindario.
Las
madres horrorizadas trataban de evitar que sus hijos se enteren, pero el correo
infantil era más rápido y astuto como para sobrepasar cualquier impedimento.
Al
mediodía, todos los muchachos estaban enterados del suceso y entre horrorizados
y sorprendidos no dejaban de comentar la
osadía de sus amigos: Juan Carlos y Esteban.
Los
hijos de los Peñafiel habían vaciado el
frasco de somníferos de su madre en el agua del felino y cuando había caído
inconsciente, lo habían vestido con la más sexi ropa interior de su madre y
después de perfumarlo con la mejor loción del padre, lo habían amarrado con
cinta de embalaje contra la pantalla del
televisor.
Los murmullos de las vecinas presentes eran interminables
mientras en las noticias del televisor encendido, pasaban un reportaje sobre la
bendición a los esposos en el Vaticano.
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