Cuando
Moisés abre las aguas del mar Rojo, se inaugura el primer acuario público.
Mientras los niños cruzan a la otra orilla, miran y tocan asombrados, toda
clase de peces y moluscos, los maestros aprovechan la ocasión, para ir enseñando
a sus discípulos una clase práctica de ictiología: tiburones, mantarrayas y tortugas, meros y barracudas, anémonas y payasos, almejas y caracoles.
Entre
esos niños se hallaba Jonás que impresionado por el espectáculo submarino que
solo ellos habían podido ver, se convirtió en pescador.
Esa afición la
transmitió a Pedro o Cefas, su hijo, que sería luego discípulo de Jesús.
De
ahí viene la figura del pez que usaban los cristianos como sello distintivo,
para identificarse al huir de la persecución de los romanos. Es utilizada hasta
la actualidad en la culata de los automóviles.
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