CAPITULO
19
Jueves 16 de Agosto de 2001
Al llegar al Edifico 7 del WTC, Alex tuvo problemas para
ingresar como de costumbre, pues no llevaba el uniforme del FBI y sin él, nadie
le reconocía.
Tratando de disculparse por el inconveniente, Stan Lee, que
era quien había solucionado el problema lo invitó a desayunar.
Alex se excusó aduciendo que lo había hecho en el hotel, pero
Stan insistió y logró convencerlo usando el argumento de un restaurant en el
último piso de la Torre Norte desde donde se podía apreciar gran parte de Nueva
York.
Lo cierto es que cuando se dio cuenta estaba dentro de un
ascensor atestado de gente, que lo llevaría al Windows of the World, ubicado en
el piso 107, en ese momento el restaurante más alto de Nueva York.
Su capacidad estaba casi copada por ejecutivos en desayunos
de trabajo, una moda extendida en muchos centros de negocios del mundo, que les
permite compartir un desayuno mientras cierran negocios de todo tipo.
La fama de Stan les consiguió una mesa ubicada cerca de una
de las ventanas y la suerte de Alex, les brindó un mesero ecuatoriano.
Se llamaba Segundo Paute, vivía en Nueva York desde hace once
años y trabajaba en el restaurante desde 1998.
La presencia de Segundo tranquilizó el ánimo de Alex y la
posibilidad de hablar con alguien que tuviera alguna relación terrena con él lo
entusiasmó. Era como si hubiera conocido a Segundo de toda la vida. Su
colaboración también ayudó a conocer detalles de los clientes del restaurante,
entre los que se encontraba Larry Silverstein, que se hallaba desayunando en
una mesa cercana, con arrendatarios de oficinas de las Torres que él manejaba.
Silverstein acostumbraba desayunar en el Windows of the World,
todos los días laborables.
De lo que recordaba Segundo, no ha faltado un solo
día a los desayunos, inclusive muchas veces había pasado allí días enteros.
Había conseguido el contrato del World Trade Center el 24 de
Julio de 2001 por un valor de 3.200 millones dólares y 99 años de plazo,
después de poner 14 millones su propio dinero para asegurar el contrato. Pero
este le daba el derecho de reconstruir el complejo en caso de que fuera
destruido.
En las cláusulas de los contratos con las compañías
aseguradoras, él había insistido en el detalle de incluir una prima adicional
en el caso de un atentado terrorista, prima calculada no en función de los
daños, sino en base a la cantidad de ataques.
Estos contratos se habían firmado la semana pasada, estaban
calientes todavía y eran la comidilla del mundo financiero. Todas las compañías
de seguros estaban tras esos contratos y las que firmaron con esas cláusulas
estaban convencidas de que no existían riesgos y que en poco tiempo
renegociarían.
Larry Silverstein, era conocido en Nueva York, no solamente
por su enorme fortuna, sino porque había sido el tesorero de la campaña
política de Benjamín Netanyahu en su carrera para Primer Ministro de Israel en
1996.
Las relaciones con Netanyahu iban más allá de las meramente
políticas.
Toda esta información la tenían recopilada en la oficina
cuando llegaron y fue sujeto a un largo análisis, donde inclusive Stan Lee tuvo
que reconocer que había detalles extraños en el comportamiento financiero de
Silverstein con relación al World Trade Center.
Esta conclusión fue el resultado final de un debate
político-económico, porque las otras propiedades de Silverstein no tenían
problemas semejantes y no ameritaban duda alguna.
Ese día, todos terminaron con el convencimiento de que tenían
dos espadas de Damocles sobre sus cabezas y que esas espadas tenían la imagen
de las Torres Gemelas.
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