CAPITULO 2
Para los
ecuatorianos que residen en Nueva York, el distrito de Queens es su segunda
patria.
Claro que compartida con un
sinfín de nacionalidades, una interminable mezcla de sabores y una combinación
de más de 130 idiomas que convierten a Queens en una gran torre de Babel.
En la década de
los años cuarenta del siglo pasado, Queens era una parada importante en la ruta
del Jazz. Aquí vivieron Louis Armstrong, Ella Fitzgerald y Count Bassie en la época
de la segregación racial.
Aquí nacieron Fran Drescher (la Nanny), Nancy Reagan, Christopher
Walken, Lucy Liu y 50 Cents.
Pero el
ecuatoriano residente en Nueva York, no tiene mucho tiempo para dedicarse a la
música, la gastronomía o la diversión, así que prefiere reunirlo todo en una
sola salida; y si es para acordarse de su patria, mejor.
Esta vez iban a
buscar un restaurante donde puedan disfrutar de una buena comida ecuatoriana y
tomarse un Zhumir.
Los Cajas vivían
en el tercer piso un edificio situado en la 90 Street entre 34 y Northern. Era
un conjunto de edificios de departamentos modestos, pero en un área
relativamente tranquila.
Al salir, su
instinto, que no se había dormido, le dijo a Alex, que algo no andaba bien.
Frente al edificio, había algunos vehículos parqueados, pero a él le llamó la
atención una Chevrolet Tahoe negra, con lo vidrios obscuros, como las que usa
el Servicio Secreto de los Estados Unidos.
El Servicio
Secreto es un cuerpo de élite dependiente del Departamento del Tesoro y fue creado
en 1865 para luchar contra los falsificadores de dólares, pero ahora se lo
utiliza también para proteger al Presidente. Le pareció que cuando salían del
Aeropuerto pudo haberlos seguido. No estaba seguro, porque estaba muy cansado
del vuelo y su atención la tenía Wilfrido y sus comentarios. Pensó que solo era
su costumbre de estar siempre atento a lo que le rodeaba y el entrenamiento y
la experiencia de casi cuarenta años de trabajo.
Pero como su
alarma se había encendido, no descuidaba chequear por el espejo retrovisor
al vehículo negro que empezó a seguirlos a distancia. Wilfrido había tomado
Northern Boulevard hacia el oeste, como
para dirigirse a Manhattan, Mariana sentada a su lado trataba de sonsacar a
Alex la realidad de su actual vida sentimental, pero este tenía puesto los
oídos en la conversación pero los ojos en el espejo que desde la distancia no
le permitía apreciar con claridad lo que sucedía a sus espaldas.
Mientras pasaban cerca del Museo de la Imagen
en Movimiento, tratando de simular interés cinematográfico, Alex giró la cabeza
y pudo apreciar con claridad que eran seguidos a unos sesenta metros por el
mismo vehículo que había estado parqueado frente al edificio.
Al mismo tiempo, Mariana trataba de interesar
a Alex en una amiga suya a la que habían invitado al almuerzo y que pasarían a
recogerla en Manhattan.
Él tenía
experiencia haciendo dos cosas al mismo tiempo. Eso le había reclamado siempre
su ex mujer cuando le decía que no le ponía atención cuando le hablaba. Tenía razón,
pero era porque siempre tenía en su cabeza las piezas de los rompecabezas que
tenía que ir resolviendo si quería salir bien librado de las responsabilidades
que le daban.
Estaba
ensimismado en ello y contestando inconscientemente las preguntas de Mariana,
cuando Wilfrido frenó bruscamente el vehículo y Alex se dio cuenta de que los
tenían rodeados.
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