CAPITULO 6
Vestía un pantalón celeste de lino y una camisa
a rayas blanca con celeste y gris, que combinaban con su piel bronceada y su
cabello gris. Era un longo bien vestido, pero longo. Salió a su encuentro el
mismo grandulón de la vez pasada y en correcto castellano, bajando la voz le
dijo que iba a reunirse con el Director del FBI.
El grandulón - de apellido Johnson - le puso al
tanto de la situación.
Todo lo que oiga, mire, suceda, conozca o
averigüe quedará en completo secreto a partir de este momento, con las
consecuencias imaginables si no cumple con lo estipulado.
Cuando fue informado de que la reunión a la que
asistiría era con Thomas J. Pickard, director interino de FBI, sintió que le
movieron el piso. Sabía de alguna manera que muchos trabajos que había
realizado en Quito, estaban relacionados directamente con la CIA, pero jamás
supo que el FBI haya tenido ninguna injerencia en la política ecuatoriana. No
lograba explicarse por donde podía darse el nexo con los investigadores federales.
Se le cruzó por la cabeza preguntar, pero por
experiencia sabía que la información que tenía que recibir tenía que ser de
primera mano.
Guardó silencio y subió al vehículo por la
puerta posterior, seguido de Johnson, mientras que adelante iban dos personas
más. Era la típica escena de las películas americanas sobre la mafia y el
espionaje. Asumió el papel que se imaginaba tenía en el film y se dejó llevar
por su destino.
Pickard fue nombrado director interino por el
fiscal John Ashcroft, para reemplazar a Louis J.Freeh quien renunció en Junio
de 2001 agobiado por una serie de críticas a su gestión en los casos de Waco,
donde se lo acusó de encubrimiento, el de Wen Ho Lee que obtuvo información
nuclear de la planta de El Álamo donde trabajaba, el caso de Robert Hanssen,
quien trabajó 25 años en el FBI y se lo acusó de espiar para la Unión
Soviética, y el ocultamiento de información por el vuelo 800 de TWA en Julio de
1996.
Estaba pendiente el nombramiento del Director titular en la Comisión
Judicial del Senado, mientras tanto Pickard trataba de hacer su trabajo de
Director Interino de la mejor manera.
Toda esta información le brindaba Johnson, mientras circulaban por una
avenida que Sigilo imaginaba como la ruta hacia el puente de Brooklyn para
acceder al Centro Cívico, donde estaba la sede del FBI.
Pasaron cerca de la Torres Gemelas y llegaron al Federal Plaza en Worth
Street, donde descendieron a uno de los subsuelos, para luego subir al piso 18.
Allí los recibió un empleado de segunda clase de la Oficina de Nueva York,
quien los dirigió a una sala de reuniones ubicada en la parte posterior del
piso. Quedaron solo Johnson y Alex, a la espera de que llegue el Director
Pickard.
Eran las doce y cuarenta y cinco del 11 de Agosto de 2001, cuando hizo
su ingreso el Director Interino del FBI, para conversar con un pesquisa
ecuatoriano.
Como para no creer.
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