CAPITULO 1
Nueva York 25 de Julio de 2001
Los ecuatorianos
residentes en Nueva York, organizan todos los años una serie de programas para
celebrar las fiestas Patrias del 10 de Agosto.
En este año 2001
no podía ser de otra manera. Por eso, con la debida anticipación Wilfrido Cajas
que ya vive ocho años en la gran manzana, decidió, luego de consultar con
Mariana su mujer, invitar a su querido primo Alex Sigilo a pasar las fiestas
patrias en Nueva York.
Siempre se habían
llevado bien, durante una época incluso habían sido compañeros de parranda,
pero desde que Wilfrido vino a vivir en los Estados Unidos, no se volvieron a
juntar.
Es difícil
regresar a la patria de uno, especialmente, cuando no se tienen los papeles en
regla y cuando el valor del viaje incluye pasajes, estadía, regalos, farras, y
demás. Esto se convierte en un monto considerable; peor aún si estamos hablando
de dos personas.
Imposible, ni
soñarlo que la Mariana le deje ir solo al Wilfrido al Ecuador: “—Ni que
estuviera loca—“, “—Primero muerta—“,”—Para que enseguida vayas a buscar a la pilla
de la López—“.
Esas y otras
expresiones pasaban por la mente de Wilfrido, mientras pensaba que en el fondo
Mariana tenía razón. Así que nunca se lo propuso en ocho años. Pero esto era
diferente, invitarían a Alex, le buscarían una amiga que le haga compañía,
saldrían siempre los cuatro y pare de contar.
Quito 25 de Julio de 2001
La llamada de su
primo Wilfrido tomó a Álex de sorpresa:
— ¿Y eso?—
— ¿Cómo así
pues?—
No le vendrían
mal unas vacaciones, necesitaba un descanso después del movido año anterior en
que lo hicieron trabajar en lo de Gutiérrez, en lo del Plan Colombia.
Pero eso era
historia antigua, ahora lo importante era aprovechar la invitación de su primo,
hacer las maletas y disfrutar de unos días de paz y tranquilidad en Nueva York.
Desde que se
divorció de su mujer hace siete años, se
había encerrado en su trabajo y ni siquiera había pensado en tomarse unas
vacaciones, peor con la cantidad de problemas laborales que había tenido. Así
que sin pensarlo dos veces, agradeció a Wilfrido la invitación y salió
presuroso a una agencia de viajes.
Álex tomo un
vuelo de Copa que salía de Quito, el sábado 4 de agosto y llegó al Aeropuerto Kennedy a las 3:45 del domingo 5.
Ahí lo esperaba
el Wilfrido emocionado. Lo primero que hizo fue reclamarle, porque debía haber
llegado al Aeropuerto de La Guardia y no al Kennedy por la distancia y la hora.
Explicado que la
línea aérea que tomó era la más conveniente desde el punto de vista económico y
que ese era el aeropuerto de destino, a regañadientes el Wilfrido que no cabía
de la emoción, lo llevó a la casa. Entre llegar, saludar a la Mariana, tomar un
baño, dormir una siesta y cambiarse de ropa le tomó ocho horas, a las doce y cuarenta
y cinco minutos, Álex estaba listo para la acción.
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