lunes, 16 de marzo de 2015

LAS TORRES GEMELAS 4




CAPITULO 4

Habían enmudecido, y cada uno estaba tratando de organizarse mentalmente. Alex que era el más fogueado, mantuvo el silencio hasta que Wilfrido encuentre una salida hacia Manhattan. Cuando tomó Queens Plaza N  y redujo la velocidad, la tensión se aflojó y terminaron parqueados a un lado de la vía.

—P…, hermano ¿que fue eso?— soltó Wilfrido, al tiempo que vaciaba los pulmones que habían estado inflados por la tensión.

— Que susto nos has hecho pasar, pensé que te iban a llevar y nunca más te íbamos a ver — comentó Mariana, al tiempo que cruzaba los dedos, deseando que así fuera pero que en el momento que acontezca, ella no esté presente.

—Tranquilos locos, daría la impresión de que yo soy el que vive aquí y ustedes son los chagras. No pasa nada— respondió Alex, pero se tragaba sus cálculos y especulaciones, para no alarmar más a los presentes.

—Un ex compañero de trabajo que quiere tener una reunión, aprovechando que se ha enterado de mi venida—

— ¿Le habrás avisado que venías?— inquirió el Wilfrido.

—Creo que le comenté— mintió Alex, para no aumentar la tensión, pero en el fondo sabía que en el momento que pasó por el filtro de migración en el aeropuerto de Quito, en Washington ya sabían que tenían que esperarle.

Podía ser un ilustre desconocido en su tierra, pero en el mundo de la pesquisa y el espionaje ya tenía su historia.

—Bueno, olvidémonos de lo que pasó y vamos a lo nuestro porque me muero de hambre—.

—Tenemos que pasar por Jennifer. Ya vas a ver el lujo de acompañante que te hemos conseguido— comentó Mariana. —Pero tienes que portarte como un caballero, porque es mi jefa y si lo hechas a perder me juego el puesto–.

—Es buena gente la gringa— agregó el Wilfrido, al tiempo que hacía un recorrido esférico con sus manos alrededor del volante y me guiñaba un ojo por el retrovisor, — Además es viuda, vive sola y se dedica sólo a hacer plata —.

Wilson tomó el Queensboro Bridge, avanzó hasta la Avenida Tercera y llegó hasta la 63 y Lexington. Detuvo el vehículo frente a un sobrio edificio de apartamentos, bajaron los dos y al ver que Alex no los seguía, hizo un gesto con la mano, para indicarle que todos bajaban allí.

—Jennifer, nos ha pedido que subamos un momento a su departamento, a tomar algo antes del almuerzo—.

Era lo único que faltaba, no había merendado la noche anterior, en el avión las azafatas aprovechaban el momento en que la mayoría dormía para pasar apresuradamente con la comida, la Mariana no se había lucido con el desayuno y ahora que ya paladeaba un exquisito cebiche o una guatita, primero tenían que subir donde la jefa a tomar un algo.

El portero del edificio que ya conocía a los Cajas, los hizo pasar al ascensor.

Al llegar al sexto piso, Alex se dio cuenta de que estaban en un edificio de gente adinerada, quiso comentar algo, pero Mariana ya ingresaba por la puerta del departamento que habían abierto en ese momento.

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