lunes, 2 de marzo de 2015

CASA DE LOCOS (4)



Solucionado el problema del funeral de Rodríguez, que no fue fácil por el gran copete de pelo negro que no entraba en la caja, Eulogio Cisneros regresó a sus caminatas, que más que ejercicio físico eran de desfogue psíquico.

Trataba de encontrar una solución a la falta de coordinación de los fenómenos naturales.

Como no se le venía nada a la mente, empezó a concentrarse en sus pasos: izquierda, derecha, izquierda, derecha ….…….

— izquierda, izquierda, izquierda —, oyó unas voces a su espalda que le hicieron perder la concentración: eran dos vejestorios que se le habían unido en la caminata y no sabían que también había la derecha, habían perdido la cabeza allá por 1959.

— Tú ere e’directó — Le dijo el más alto, que vestía uniforme verde militar y fumaba un puro importado.

— Si yo soy — contestó.

— Venimo’ a acete una propuesta — Dijo el segundo, más bajito, vestido de la misma manera y por lo que se enteró, con el mismo apellido.

— Tenemo la solución para manichear este negocio — continuó.

— Aquí los pacientes no opinan, yo soy el Director y sé cómo manejar esto — contestó.

— Que va’ se’ Director tu ere’ buche y pluma na’má, eso ere tú —

— A partir de mañana nosotro’ vamo’ a manejar este despetroncado — dijo el más alto.

 Parece que era el que mandaba y había dicho la última palabra. Antes de que Cisneros atine a ponerlos en orden, empezaron a agredirle verbalmente, más aún gritalmente, lo que llamó la atención de los internos que se encontraban cerca y que empezaban a formar un gran círculo alrededor del trío.

Cisneros los dejó hablar, porque era un profesional, y los profesionales dejan hablar, bueno, en los manicomios.

— Ele’ un picúo —

— Eta’ loquibambio —

— Ele’ ma’ vago que la quija’ de arriba —

— Ele’ un bemba’e trapo —

— Tiene’ guayabito’ en la azotea —

— Ele’ un rinquincalla —

— Te patina el coco --

— Tú come’ lo que pica’e pollo —

— Ele’ un comemielda —

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Hasta ahí llegó la paciencia de Eulogio Cisneros, le podían decir lo que quieran los locos, menos que era un comemierda, aunque ellos lo habían dicho de una manera más extraña: “comemielda”,….. “comemielda” le gustó la palabrita, pero ahora había que poner orden, entonces a una señal suya, los internos les hicieron cargamontón, los redujeron a la fuerza y pusieron sus barbas en remojo.

Llévenlos a Guantánamo, …. perdón a la 26-7 y ténganlos en embargo económico hasta segunda orden.

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Tendría que quejarse con el Ministerio de Salud. No está bien o mejor dicho hasta podría estar bien que dejen entrar libremente a los médicos cubanos para quitarles trabajo a los nacionales, pero no está bien que también vengan trayendo a los pacientes. Esto ya era pasarse de la raya. Pero además que quieran venir a manejar el manicomio ya era el colmo. Suficiente trabajo tenía con todos los internos que le enviaban de todo lado, para además tener que soportar a este par de insultadores que le venían a alzar la voz en su propia casa. Y delante de los otros internos.

 ¿Cómo era que le habían dicho?: rinquincalla, bemba’e trapo, comemielda. Esto no le iba a dejar dormir, tenía que buscar una solución, porque de la siguiente mañana no podía pasar esta situación. Se encerró en su oficina, y se conectó a internet, para averiguar quiénes eran lo que lo habían insultado. …..

A la mañana siguiente a las siete en punto reunió a todos en el gran patio, mandó a traer a los hermanitos, los ubicó en la tarima que usaban a diario los ególatras, tomó asiento en el suelo como los demás miembros de esa comunidad, sostuvo un micrófono y dijo:

— Hemos venido esta mañana a todo meter, para dar a conocer ante ustedes ambias, que no vamos a apichinearnos, que no vamos a apendejarnos porque estos bonitillos han venido a armar un berrinche —.

— Este par de embelequeros, ha querido encaramarse para hecharse al pico nuestra institución, han querido armar la rebambaramba, y con su muela convencernos de que les cedamos el control —.

— Pues no ecobios, estos calcañales, estas retamas de guayacol, que no son ni la chancleta de fulano, que se presentan como postalitas, son más rollo que película —.

— Estos jiribilla, cocomacaco, estos turulatos, zocotrocos marrulleros, que no tienen un kilo prieto partío por la mitad, no son más que un par de trompetas paqueteros, solo les queda el casco y la mala idea —.

— Por eso propongo que sometamos a votación el destino de los hermanitos, para que de acuerdo con la voluntad del pueblo que habita esta institución, sean castigados con el peso de la Ley —.

Dicho esto volvió a sentarse (porque se había parado para decir estas palabras) y el Secretario empezó a tomar nota de la votación; todos votaron como locos y a los tres minutos el Secretario tenía los resultados:

— Señor Director tomada la votación, los resultados son los siguientes: por declararles culpables 237 votos, por declararles inocentes 35 votos —.

— Se los declara culpables por decisión mayoritaria de la Asamblea, el Tribunal de justicia se reunirá en los próximos días para dilucidar la sentencia, mientras tanto se les entregará una tarjeta de racionamiento para su alimentación y vestuario, la misma que será personal e intransferible. Queda terminantemente prohibido a los 35 votantes negativos, el acercarse siquiera a la celda donde los reos esperarán la decisión del máximo organismo de justicia de la institución —.

— He dicho — Y dicho esto cogió sus trapos y se marchó.

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