domingo, 26 de abril de 2015

LA MALDICION



LA MALDICION

En un lugar de la América, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace muchos años vivía un hidalgo que gobernaba un país verde, en alianza con algunos amigos.

Cada sábado, su ego lo sacaba a las plazas a arengar a sus seguidores y aprovechaba la ocasión para mancillar a sus rivales.

Cansadas de ocho años de la misma andanada de improperios, la asociación de brujas de esos lares, reunida en magno aquelarre, decidió por unanimidad lanzar una maldición al susodicho, y lo hizo con un hechizo más viejo que Chabelo: “Que cada vez que abráis la boca, os conjuramos a que no puedas pronunciar esa grafía que en el abecedario  va en medio de la “s” y la “u”, y si lo hacéis en voz baja, se os caiga el pelo de la sesera”.

Para sellar el conjuro hicieron un caldo de uña de banquero, lo aderezaron con lengua viperina y lo removieron con un pie de coronel en servicio pasivo. Después de hacer gárgaras con las pócimas, escupieron sobre el hombro izquierdo, se desearon malas noches y abordaron sus escobas, para perderse en la obscuridad.

Después de aquella noche, cada vez que el conjurado quería deshonrar a la oposición, su lengua no le obedecía y era mofa de sus propios seguidores:

— Queridos compadriodas, hoy, como dodos los sábados venimos a hacer sufrir a los sufridores, yo no quiero que me reelijan. Pero esdaremos donde nos necesiden.
Muchos se empezaron a cruzar miradas, porque les parecía una broma, “como él es así”,  pensaban.

—Creo que remeda a alguien, decían.

—Un inmenso saludo a nuesdros pueblos ancesdrales e indígenas. Da gusdo ver dando arde. Esdamos celebrando con inmensa alegría esde gabinede idinerande, esda nueva forma de gobernar. Qué acierdo haber celebrado esde gabinede en ‘La Suldana de los Andes’.

Inauguramos un hospidal básico. Se le llama cendro de salud porque diene capacidad limidada. Diene laboradorio, sala de pardos, radiología. El laboradorio es el que manda al hospidal, después los resuldados pueden ser comunicados vía delefónica o inderned.

Con nosodros la padria progresa. Me imagino la padria manejada por los odros. Sería un desasdre compledo, dendrían que serenarse para que les endiendan.

Soy indolerande condra la mendira, condra la falda de verdad. Ojalá que dodos fuéramos indolerandes condra esda mendira que dando daño ha hecho a la padria.

No esdoy en “condra de la liberdad de expresión ni condra el humor”, sino condra la “mendira, condra la difamación, condra la agresión, condra el insuldo, condra el irrespedo a la privacidad”.

Dodas son ideas de esos limidadidos, que les molesda que seamos de corazones ardiendes, mendes lúcidas y manos limpias. Ellos han sido usados siempre por los poderosos, los banqueros que han manejado a los polídicos como díderes.

Ahí esdá la prensa corrupda adacándonos dodos los días, dando espacio al candidado de la oposición. Dice que hay escasez de alimendos de la canasda familiar. Mendirosillo, se le olvidó decir que son la carne, lácdeos, frudas impordadas. Gane la Presidencia de forma honesda, sea honesdo indelecdualmende. Usded nunca será Presidende, porque es casi dan simpádico como un rodillazo en el esdómago, pero al menos no sea mendiroso. Esda es la oposición que debemos enfrendar dodos los días. Esde es de los más culdos de la oposición. Cero dolerancia a la mendira y la mediocridad”.

Algunos dicen que soy prepodende cuando ellos son quienes adropellan a los demás. La verdadera prepodencia es no reconocer los errores, cridicar e insuldar al resdo.
Adelande compañeros no nos dejemos amedrendar, hasda la vicdoria siempre.


—Se ha vueldo medio dardoso el Presidende, comenzaron a burlarse los seguidores.

—Sí, ya mismo dice que dres drisdres digres dragan drigo en un drigal.

—Ja, ja, ja.

O que un dubo diró un dubo y odro dubo lo deduvo. Hay dubos que dienen dubos pero esde dubo no duvo dubo.

—Ja, ja, ja.

En medio de la risa, se paró el más osado:

— Señor Presidende:

“Si su gusdo gusdara del gusdo que gusda mi gusdo,
mi gusdo gusdaría del gusdo que gusda du gusdo,
pero como du gusdo no gusda del gusdo que gusda mi gusdo,
mi gusdo no gusda del gusdo que gusda du gusdo."

¡ Dedéngalo, que lo dedengan!

¡Policía!, ¡Policía!

El enlace por primera vez acabó en gran jolgorio.

Desde ahí, en mi país, se puso de moda la “d” de cobre.

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