CAPITULO 27
Jueves 23 de agosto
Llegó temprano a la oficina de SIGILO, pues estaba interesado en enviar
a SHERWIN toda la información que faltaba y coordinar el puente que harían para
que lo que siga llegando a SIGILO, sea trasladado a SHERWIN inmediatamente.
Johnson estaba muy preocupado pues habían recibido órdenes de
mantenerse en alerta amarilla a partir de ese día por una serie de movimientos
bursátiles inusuales que se daban en torno a las líneas aéreas nacionales.
Se estaban realizando simulacros de ataques a las torres, y lo que
antes parecía una paranoia de Rick Rescorla, quien megáfono en mano obligaba a
los ejecutivos de las empresas a correr escaleras abajo, ahora se había
convertido en rutina. Su dedicación le valió el nombramiento de Jefe de
Seguridad de las Torres.
La actitud de Stan Lee, era de notoria molestia, pues sospechaba que
algo iba a suceder, que sucedería en las Torres Gemelas y que él estaría en el
centro del peligro. Muchas veces dejó entrever su deseo de ayudar a Alex en
SHERWIN, por el hecho de encontrarse más distante del foco de la acción, pero
Johnson se lo impidió, sosteniendo que era necesario su criterio para tomar
decisiones importantes.
¿Cuál criterio se preguntaba él mismo, el del creador del Hombre Araña?
¿Qué pensaban? ¿Que si él estaba presente Peter Parker los salvaría a todos?
¿Qué vendría volando entre las dos torres, para rescatarlos del WTC 7? ¡Estaban
locos!
Un ambiente tenso detectó Alex esa mañana y mientras más información
manejaba, más nervioso se ponía el personal.
Se recibió una comunicación de la Autoridad de Aviación Federal
Estadounidense, recordando que desde 1997, año en que se produjo el atentado
contra el vuelo 800 de TWA, ya se conocían planes de células terroristas para
usar el aeropuerto Logan de Boston con fines parecidos.
A partir de esta fecha se tomaría especial cuidado sobre movimientos
sospechosos en este aeropuerto.
Terminada la mañana sin más novedades extraordinarias, Alex Sigilo se
encaminó a SHERWIN, ahora sí, sin ningún tipo de precaución, pues ni Jennifer
ni Williams estarían ahí, habían terminado su colaboración y estaban dedicados
a montar la tercera oficina, la que sólo ellos sabían dónde estaba.
Al ingresar al parqueo del edificio, pudo distinguir por el retrovisor
la camioneta Chevrolet Tahoe negra de Johnson, que le había seguido.
Disimulando muy bien la sorpresa, Alex abrió desmesuradamente los ojos
cuando se topó con Johnson en el hall de la planta baja, para tomar el ascensor
a la oficina.
No cruzaron palabra, pues la presencia de una pareja de burócratas les
obligó a mantener el anonimato. Al llegar al segundo piso, Sigilo fue
directamente a la puerta de la oficina y la abrió para permitir el paso de
Johnson, quien sin poder disimular, quedó impresionado del lujo de las
instalaciones.
— Caramba, no has desperdiciado el dinero ajeno, parece la suite de un
hotel de cinco estrellas, solo te falta el sol y la brisa marina.
—Voy a estar solo en tardes, necesito un ambiente distendido para poder
trabajar, porqué tenemos que hacerlo en esa especie de cárcel que es la del
WTC.
—Sí, pero para mantener de alguna manera la información con una
seguridad adicional, no era necesario montar semejante ambientación
mediterránea. Con un escritorio y una computadora en un cuarto sin ventanas,
bastaba. Reclamó Johnson.
— ¿La plata es tuya? No, entonces que tienes que meterte en lo que no
te importa, además Pickard me autorizó a gastar sin medida los cupos de las
tarjetas. Ve, si te tranquilizas, yo mismo voy a conseguir que te transfieran
para que me ayudes.
Él sabía que eso nunca sucedería, bueno, nunca con su visto bueno. Pero
con ese ofrecimiento logró sacárselo de encima, por ahora.
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