CAPITULO 33
Sábado 31 de
Agosto de 2001
No habían
quedado en trabajar ese día, pero Alex se dirigió al WTC, no a la oficina, fue en calidad de turista a la Torre Sur. Quería recorrer lo que para él
era el próximo objetivo de un ataque terrorista que se iba a llevar a cabo en
una semana, era como volver al futuro, pero sería muy difícil modificar los
resultados.
Aun cuando
los informes que estaban enviando a la oficina de Pickard fueran difundidos, no
se podía evitar lo que se estaba tramando. Era como haber leído el argumento de
una película: tú sabes cómo terminará.
Antes de
ingresar, recorrió detenidamente el Winter Garden, un gran atrio, bajo bóvedas
de cristal que normalmente alberga representaciones teatrales, conciertos y
exposiciones.
Rodeado de tiendas y restaurantes, su altura (10 pisos), le da
una frescura visual en medio de los dos colosos gemelos.
Las torres
con 110 pisos cada una, tienen 435 inquilinos de 26 países y aquí trabajan algo
más 40.000 personas. En el subsuelo hay un gran centro comercial y las oficinas
de control de los trenes subterráneos de Nueva York.
Todos los
días, pero especialmente el fin semana, está lleno de turistas, generalmente
extranjeros, que no quieren perderse una foto en los edificios más altos del
mundo.
Cuando
quisieron acceder a los ascensores para llegar al piso 107, se les informó que
ese fin de semana sería imposible, no había energía pues se estaba realizando
un cambio de cableado eléctrico o de servicios de banda ancha, pues los que se
tenían eran insuficientes y había que actualizarlos.
Esto no tomó
de sorpresa a Sigilo, que ya tenía informes previos sobre este posible corte de
energía, solo lo estaba confirmando.
Ante la
protesta de muchos de los presentes, los elementos de seguridad procedieron a
desalojar la zona de ascensores con explicaciones de que podrían regresar el
lunes, día en que todo se habrá normalizado.
Sigilo, no
quiso desaprovechar la oportunidad de dar un vistazo a la zona que se estaba
convirtiendo en foco de su atención y al bajar al subsuelo, pudo visualizar
varios vehículos con el logotipo de una empresa de mudanzas, daba la impresión
de que muchos ocupantes se estaban mudando.
El corte de
energía significaba que ni cámaras de seguridad ni sistemas de protección de
información estaban funcionando. A Sigilo le pareció propicio para introducir
elementos extraños en los edificios y que no quede constancia alguna de lo que
sucedía durante 36 horas.
La seguridad
en el ingreso de ambas torres había sido aumentada considerablemente y los
funcionarios y empleados de las empresas que funcionaban en los dos edificios
habían sido anticipados oportunamente. No había manera de que alguien que
trabaje en el WTC pueda ingresar, aunque sea un asunto de vida o muerte.
Esto
completaba un panorama clarísimo para Sigilo, quienquiera que esté “trabajando
un cableado” interno, podía hacer lo que tuviera en gana durante 36 horas con
total seguridad.
¿Pero qué? Se
preguntaba. Él suponía que el atentado tenía que ver con los pilotos saudíes.
Si estaba en lo correcto, ¿por qué tenían que cerrar el acceso a las torres una
semana antes de lo que suponía era la fecha a ejecutarse? ¿Y si todo estaba
cerrado, qué hacían varios camiones de mudanzas en el subsuelo?
Para salir de
dudas, decidió trasladarse hasta WILIAMS, donde le esperaba otra sorpresa:
según alguien relacionado con inteligencia militar, la palabra “nanotermita”
había sido repetida algunas veces en una reunión en casa de uno de los patrones
de X, Y o Z.
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