CAPITULO 36
Martes 3 de Septiembre
de 2001
…Continúa
Un apoyo de calidad: James Baker III
En 1993 el Carlyle Group prosigue su accidentado recorrido para llegar a la cima del mundo de las finanzas. Para lograrlo, necesita un nuevo instrumento en sus relaciones públicas y políticas, una figura reconocida más accesible que Frank Carlucci, que entretanto se había convertido en miembro de la junta administrativa de 32 sociedades, algunas de las cuales no pertenecían a Carlyle. Al final de la era Bush padre, en 1992, David Rubenstein, Frank Norris y William Conway acuden a la Casa Blanca para cazar allí el personaje que necesitan: James A. Baker III.
Este cuenta con una impresionante hoja de servicios a favor de los republicanos: subsecretario de Estado de Comercio durante el gobierno de Ford en 1975, fue director de campaña de Ford, Reagan y Bush; director del gabinete de Ronald Reagan de 1981 a 1985, secretario del Tesoro de 1985 a 1988, y, más tarde, secretario de Estado durante el gobierno de George Bush padre de 1989 a 1992.
Tras ser derrotado por Bill Clinton, Bush padre regresa al mundo de los negocios del cual había salido, aceptando tareas de responsabilidad en Enron y, a la vez, en el Carlyle Group. El anuncio de su incorporación a la sociedad con sede en Washington desencadena una efervescencia en los medios masivos de comunicación en torno a Carlyle, y se anuncia incluso la próxima llegada de Colin Powell al Grupo. Comoquiera que sea, la incorporación de Baker fortalece considerablemente la posición de Carlyle.
El nombre de James Baker permitirá al grupo reunir fondos importantes, lo cual había sido imposible hasta ese momento. El primer objetivo, fijado por David Rubinstein en 500 millones de dólares, será superado con rapidez gracias al arribo del financiero George Soros. Este acepta invertir 100 millones de dólares en la sociedad, pero también, obviamente, aportándole su propia celebridad de financiero sin igual. Esto permite a Carlyle reunir, en cuatro años, más de 1 300 millones de dólares, o sea, más del doble de la suma a la que se aspiraba en un inicio.
Las nuevas compras se ven entonces coronadas por el éxito, centrándose el Grupo en los sectores vinculados a la Defensa y a las ventas de armas, dos terrenos que requieren de contratos con el gobierno. Pero el acercamiento a quienes toman las decisiones políticas es ya la especialidad de Carlyle. De este modo, el grupo florece, haciendo ganar cerca de un 30% anual a sus accionistas.
La lista de los miembros de Carlyle sigue alargándose con el arribo de George Bush padre al rango de «consejero superior», habiéndose convertido ya en amigo cercano de David Rubinstein, y también del ex primer ministro conservador británico, John Major, quien a fines de 1997 es el encargado de las inversiones en Europa.
El Carlyle Group cuenta asimismo con el apoyo del fondo de pensión del Banco Mundial, al haber reclutado a su ex tesorera a cargo de las inversiones, Afsaneh Mashayekhi Beshloss. Esta había confiado a Carlyle una buena parte de los fondos a su disposición.
Carlyle multiplica sus inversiones en el extranjero, en especial en América Latina, Rusia (con el oligarca Mijail Jodorkovsky) y Europa, e incorpora a responsables políticos tales como el primer ministro de Corea del Sur, Park Tae-joon y el ex presidente de Filipinas, Fidel Ramos. Los que no pueden trabajar en el Grupo envían a sus allegados, como hizo Madeleine Albright al hacer contratar a su hija Alice.
James Baker, Madeleine Albright, Colin Powell, Hillary Clinton
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