CAPITULO 39
Viernes 6 Septiembre de 2001
El viernes en la mañana Alex
estuvo temprano en SHERWIN para dejar instalados a los Jefes de Sección que completarían la instalación del material
que habían traído de SIGILO.
— ¿Pensabas que solo tú ibas
a estar seguro? Era Stan Lee, que con una sonrisa de malo en la cara, trataba
de sacar una reacción agresiva de Alex.
— La idea fue mía, el
trabajo lo hice yo, lo menos que puedes hacer es agradecer el refugio que te
estoy ofreciendo. Contestó.
Esa respuesta frenó a Lee,
que cuando no tenía uno de sus súper héroes a mano, era un viejito indefenso.
Alex tenía muchas
preocupaciones en la cabeza, preocupaciones reales, no de comics o problemas a
los que puedes pasar de página. No. Eran preocupaciones sobre seres humanos,
gente que iba a ser sacrificada por el capricho económico de algunos que
pasarían a la historia norteamericana como políticos destacados y que serían
enterrados con honores y que pasarían a formar parte de los libros de historia
escritos por los amigos de los deshumanizados neopolíticos.
¿No es así como se ha
escrito la historia de algunos países en la época moderna?
Fácil, te nombran presidente
de un país del primer mundo, declaras la guerra a otro que no se pueda
defender, cuando lo tienes vencido asomas como pacificador y lleno de
benevolencia le concedes la paz que siempre tuvo y que tú se la quitaste. Te
dan el premio Nobel de la Paz y has pasado a la historia como un pacificador.
En el camino has abierto las
puertas para que las empresas dirigidas por tus amigos se hagan cargo de la
reconstrucción del país que destruiste. Y de paso pones a tus empresas a
explotar los recursos naturales del estado de las garras de los
antidemocráticos.
Bueno, pero eso era
filosofía política y él de eso no sabía. Le preocupaban muchas personas, pero
en especial desde la noche anterior no había dejado de pensar en su primo.
Ni Wilfrido ni Mariana
sabían que estaba en Nueva York, peor aún que esté inmiscuido en un problema
tan complicado. Claro que todo era especulación, podría ser que no pase nada.
Pero de todas maneras los llamaría esa noche para reunirse el fin semana y
contarles las novedades. Claro, que ni una palabra de Jennifer.
Además de ellos, cómo
avisar a mucha gente que trabajaba en las Torres, si lo hacía de alguna manera
llamativa lo podían tachar de loco y lo menos que podían hacerle era sacarlo
del país, sino lo metían preso o en un manicomio.
Por lo menos Wilfrido y
Mariana podrían avisar a quienes conocían para que eviten ir a las Torres esos
días. O también ellos podrían pensar también que estaba loco. No era muy cuerdo
el haberse quedado para una misión tan extraña, no comunicarse con ellos
durante todo el tiempo que estuvo aquí y asomar ahora con la noticia de que
todos tenían que esconderse porque él se imaginaba que algo iba a suceder.
Pero tenía que avisarles.
Esa noche antes de dirigirse
a WILLIAMS, llamó a Wilfrido.
En la oficina de los
mayordomos, el trabajo había sido intenso esos días y había permitido conocer
situaciones que de otra manera era imposible.
Salman Rushdie, que está
bajo la protección de Scotland Yard desde la publicación de “Los Versos Satánicos” en 1988 y su posterior
condena a muerte por parte del Ayatola Jomeini en 1989, habría sido alertado
para suspender un viaje que tenía previsto para el 11 de Septiembre.
El mayordomo de John Major - supone Sigilo-
proporcionó la información de que viajará a Washington el 9 de Septiembre, para
una reunión del Grupo Carlyle.
Igual información fue obtenida de los mayordomos de
George Bush padre, y Fidel Ramos.
Con esto, Alex terminaba de confirmar que algo
tramado en las más altas esferas del poder político-económico, iba a suceder.
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