CAPITULO
31
Jueves 29 de agosto de 2001
En las oficinas de SIGILO en WTC 7, solamente tenían la
información que de buena fe le facilitaban la CIA, el FBI y especialmente la
oficina de Pickard. Pero estaban lejos de saber lo que Alex Sigilo sospechaba.
Si el interés de Pickard era desenmascarar a ciertos agentes
de la CIA y del FBI, no lo iba a lograr, si la gente que tenía que trabajar en
eso, los de investigación no tenían fuentes de información confiables, daba la
impresión de que lo que llegaba a conocerse muchas veces estaba direccionado
para que los resultados sean los que interesaban a quienes estaban en la
sombra, manejando los hilos de la conspiración.
Y ahí en medio de todo estaba él, que por lo visto lo estaban
utilizando, lo utilizaba Pickard, para tratar de sorprender a Mueller, lo
utilizaba Stan Lee, para hacerle creer que los culpables iban a ser los árabes,
lo utilizaba Johnson, para meterle en la cabeza que quien debía estar atrás de
todo esto era Osama Ben Laden.
Pero Alex
había abierto los ojos, aunque lo disimularía lo mejor posible. Conforme iba
descubriendo el tejido que habían tramado, se preguntaba por qué nadie
reaccionaba y los que lo hacían a riesgo de su vida, no tenían el apoyo de la
gente. ¿Sería que todos estaban interesados exclusivamente en sus asuntos
personales? ¿O era más importante ganarse el pan de cada día en lugar de
preocuparse de que un grupo de facinerosos iba a enviar a otros pobres ingenuos
a morir en países lejanos, para defender la libertad y la democracia?
¿A nombre de
quién? ¿De las generaciones futuras? ¿Para qué sus descendientes estén
orgullosos de que el tío Jim murió en Beirut, como el tío abuelo de John murió
en Vietnam? ¿Y todos porque fueron llamados por el tío Sam?
— ¿Te vas a
pasar la mañana embobado mirando como vuelan las moscas?
Johnson lo
sacó de su ensimismamiento, al tiempo que le extendía un informe sobre las
petroleras norteamericanas que habían hecho inversiones millonarias en
Kasajstán: ExxonMobil, Texaco, Unocal, BP Amoco, y Enron. Estas compañías,
junto con Shell, fueron incapaces de llegar a un acuerdo con el régimen
talibán, por lo que necesitaban de urgencia un cambio de gobierno para tener
acceso al petróleo de la región y el mejor camino era por Afganistán.
Cuando salió
para SHERWIN a medio día, Alex decidió
poner en blanco y negro todo lo que iba descubriendo, porque su memoria no daba
para tanto.
En la tarde
había aclarado lo que él suponía era el plan para lograr el desencadenante.
Él estaba
convencido que se preparaba un “stand down”, como lo habían explicado sus
compañeros en WILLIAMS. Es decir, “no lo hacemos nosotros, pero lo dejamos
hacer”.
En la noche
al reunirse con sus colaboradores de WILLIAMS, Alex expuso su planteamiento de
que se estaba tramando un golpe impresionante para poder desencadenar una
guerra contra Afganistán y todos estuvieron de acuerdo en que las pistas
conducían a eso.
Pero para que
eso suceda, tenían que ser afganos los ejecutores, o gente relacionada con
Al-Qaeda que tendría que refugiarse en Afganistán. Ahí entraba la imagen de
Osama Ben Laden, quien podría aceptar el hecho de ser el autor de los atentados
y simular esconderse en Afganistán.
De acuerdo
con los informes de que disponía, el estado de salud de Osama Ben Laden era
terminal y ésta podría ser su colaboración a las puertas de la muerte para con
sus socios y parientes.
Lo que alegró
a Alex, fue la noticia de que uno de los hombres más ricos de los Estados
Unidos, Warren Buffet, habría cursado una invitación para un evento de golf
benéfico para el 11 de Septiembre y a donde estaban invitadas muchas
celebridades, incluidos muchos ejecutivos de empresas que tenían su sede u
oficinas en el WTC. Lógicamente pudo enterarse de esto porque X, Y o Z
trabajaba para uno de los invitados.
A su modo de
ver eso definía la fecha y el lugar. El 11 de Septiembre en las Torres Gemelas.
Que no era lo
mismo que el 12 de Noviembre y las gemelas Torres, bueno, pero eso era un
chiste que solo él entendía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario